"La
culpa, como nota al margen, es una cualidad engañosa de la persona espiritual,
porque la culpa le quita poder al Yo. Cuando le echas la culpa a otra persona,
estás drenando las reservas de poder del Yo. Sucede entonces que el Yo empieza
a esconderse debajo de la bruma del malentendido. En esta escuela es esencial
que el Yo sea siempre el centro. El poder debe generarse siempre desde ese
centro, y en ningún momento se debe entregar el poder de ese centro a nadie.
Los aspectos humanos de culpa y victimismo son los ingredientes principales con
los que se le quita el poder al Yo y se le entrega a otros. solamente como Yo espiritual, sino que también, el Yo espiritual debe
ser definible dentro del Yo humano. Toda la definición y pulido conducen a la
vida impecable, la vida dotada de poder.
Ahora,
si escogiste esta vida para el camino espiritual, eso te da poder porque coloca
en ti el lugar de destino, y es allí donde debería estar. Esto también es
compatible con el hecho de que eres un dios con libre albedrío, un albedrío lo
suficientemente libre como para imaginarse lo inimaginable, pero lo inimaginable
que brota del centro del Yo junto con su poder. Si por medio de la culpa, el
victimismo y vivir en el pasado abolimos el Yo, derrocamos entonces el aspecto
mismo del camino espiritual. Desentronamos1 al Dios interior
en respaldo de incidentes pasados a los que podamos culpar por nuestra
existencia desdichada, miserable y decadente. Ese es un Yo sin definición, un
poder que se ha entregado en su totalidad, de manera que cuando una criatura
trata de manifestar algo, no sale el impulso desde el centro del Yo para
hacerlo realidad. Si no hay nadie en el trono, lo inimaginable no se puede
concebir. No hay poder para nada.
Bien,
desde el primer momento de mi aparición aquí, dije que eras Dios, que todos
erais dioses —olvidados, sí— y mi trabajo es ayudarte a recordar. Ese es el
núcleo del camino espiritual: definir a Dios, definirlo y sentar a esa
divinidad dentro del Yo; y tú escogiste ser parte de ese camino. Cuando hacemos
esto, cuando definimos a Dios, el Yo se vuelve
nítido.
Solamente
cuando definimos el Yo logramos ocupar su lugar. Y cuando ocupamos ese lugar
estamos totalmente facultados para hacer lo inimaginable. Si no llegamos a ese
punto, nunca funcionará, nunca.
Ahora.
Este destino, antes de llegar a esta vida —y vamos a hablar acerca del lugar de
la dicha suprema— era una opción clara que todos, con excepción de unos pocos,
estabais listos para aceptar. Vamos a entender esto desde un aspecto más
profundo.
Pero en
este punto en especial quiero decirte que a menos que el Yo sea facultado en su totalidad, la vida espiritual, lo que viniste a
experimentar aquí, nunca será una realidad. Nunca caminarás como un maestro
mientras continúes dejando huellas en el ayer. El pasado fue la generación de
crecimiento que consistió esencialmente en entregar el poder a elementos de
autoridad superiores. Y esa autoridad pudo haber sido sencillamente tus
compañeros de clase del primer año, al comienzo de lo que llamamos conciencia
social. O pudo haber sido entregar el poder a tus padres y la manera como ellos
te criaron. Así comenzó el sangrar, si quieres, de una vida desordenada,
aparentemente sin más propósito que dejarse llevar por la corriente y apenas
sobrevivir. Una vida en la cual no cuenta lo inimaginable, sólo lo que está de
moda o lo que es fácil.
Ahora,
para que comprendas lo que significa caminar como un maestro, tendremos que
manifestar en tu vida lo que se llama una revelación, de modo que te sea
revelado, en el nivel en que individualmente te encuentres, lo que yo quiero
decir con el término «el pasado». Nunca podremos suprimir los recuerdos de
quiénes fuimos; lo que tenemos que hacer es transmutar la energía de lo que
fuimos, una entidad desentronada en busca del Yo. Tenemos que sacar esa
energía de la red neuronal que día tras día repite las circunstancias del
pasado puesto que está aquí arriba (cerebro). Son conexiones fijas y esas
conexiones toman el poder y lo distribuyen para mantener intacto lo que dictó
el pasado. Para un estudiante de la obra espiritual esto es algo inaceptable,
porque, ante todo, no hay obra espiritual sin poder y, segundo, no hay poder
sin un discernimiento del Yo. Si no se reclama el Yo y no se le cambia su
definición, no existe algo así como lo inimaginable, no hay hombre o mujer que
sean maestros de la realidad. No funciona, nunca ha funcionado.
Entonces,
para resumir esto: el pasado significa eliminar la condición de víctima, eliminar
la envidia, los celos, el odio, la malicia, eliminar todos aquellos aspectos
que tanto degradan al Yo espiritual, que literalmente lo despojan de su hermoso
poder y mantienen vivos los demonios de nuestra propia mente. Para deshacerse
de esas acciones hay que asumir la responsabilidad de ellas, hacerlas partes
del Yo. Al hacerlo, la culpa ya no está encerrada en tus pobres padres — que,
por cierto, son personas espirituales también— o atrapada en aquella clase del
primer año escolar. Ya no está encerrada en tu necesidad de ser necesitado.
Cuando
dices: «Yo creé esto; no sé por qué o cuándo se me ocurrió, pero lo hice. Si yo
no lo hubiera pensado, nunca habría ocurrido», ya no tienes la salida de
continuamente echarles la culpa a otros en tu vida. De repente la cuerda se
rompe, se rompen las cadenas y el Yo empieza a definirse."
1 De vez en cuando Ramtha acuña palabras para aclarar
un punto o para enfatizar sus enseñanzas.
Extracto del capítulo 1 del libro El Plano Subime - Ramtha
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