viernes, 9 de diciembre de 2011

sobre la culpa



"La culpa, como nota al margen, es una cualidad engañosa de la persona espiritual, porque la culpa le quita poder al Yo. Cuando le echas la culpa a otra persona, estás drenando las reservas de poder del Yo. Sucede entonces que el Yo empieza a esconderse debajo de la bruma del malentendido. En esta escuela es esencial que el Yo sea siempre el centro. El poder debe generarse siempre desde ese centro, y en ningún momento se debe entregar el poder de ese centro a nadie. Los aspectos humanos de culpa y victimismo son los ingredientes principales con los que se le quita el poder al Yo y se le entrega a otros. solamente como Yo espiritual, sino que también, el Yo espiritual debe ser definible dentro del Yo humano. Toda la definición y pulido conducen a la vida impecable, la vida dotada de poder.
Ahora, si escogiste esta vida para el camino espiritual, eso te da poder porque coloca en ti el lugar de destino, y es allí donde debería estar. Esto también es compatible con el hecho de que eres un dios con libre albedrío, un albedrío lo suficientemente libre como para imaginarse lo inimaginable, pero lo inimaginable que brota del centro del Yo junto con su poder. Si por medio de la culpa, el victimismo y vivir en el pasado abolimos el Yo, derrocamos entonces el aspecto mismo del camino espiritual. Desentronamos1 al Dios interior en respaldo de incidentes pasados a los que podamos culpar por nuestra existencia desdichada, miserable y decadente. Ese es un Yo sin definición, un poder que se ha entregado en su totalidad, de manera que cuando una criatura trata de manifestar algo, no sale el impulso desde el centro del Yo para hacerlo realidad. Si no hay nadie en el trono, lo inimaginable no se puede concebir. No hay poder para nada.
Bien, desde el primer momento de mi aparición aquí, dije que eras Dios, que todos erais dioses —olvidados, sí— y mi trabajo es ayudarte a recordar. Ese es el núcleo del camino espiritual: definir a Dios, definirlo y sentar a esa divinidad dentro del Yo; y tú escogiste ser parte de ese camino. Cuando hacemos esto, cuando definimos a Dios, el Yo se vuelve nítido.
Solamente cuando definimos el Yo logramos ocupar su lugar. Y cuando ocupamos ese lugar estamos totalmente facultados para hacer lo inimaginable. Si no llegamos a ese punto, nunca funcionará, nunca.
Ahora. Este destino, antes de llegar a esta vida —y vamos a hablar acerca del lugar de la dicha suprema— era una opción clara que todos, con excepción de unos pocos, estabais listos para aceptar. Vamos a entender esto desde un aspecto más profundo.
Pero en este punto en especial quiero decirte que a menos que el Yo sea facultado en su totalidad, la vida espiritual, lo que viniste a experimentar aquí, nunca será una realidad. Nunca caminarás como un maestro mientras continúes dejando huellas en el ayer. El pasado fue la generación de crecimiento que consistió esencialmente en entregar el poder a elementos de autoridad superiores. Y esa autoridad pudo haber sido sencillamente tus compañeros de clase del primer año, al comienzo de lo que llamamos conciencia social. O pudo haber sido entregar el poder a tus padres y la manera como ellos te criaron. Así comenzó el sangrar, si quieres, de una vida desordenada, aparentemente sin más propósito que dejarse llevar por la corriente y apenas sobrevivir. Una vida en la cual no cuenta lo inimaginable, sólo lo que está de moda o lo que es fácil.
Ahora, para que comprendas lo que significa caminar como un maestro, tendremos que manifestar en tu vida lo que se llama una revelación, de modo que te sea revelado, en el nivel en que individualmente te encuentres, lo que yo quiero decir con el término «el pasado». Nunca podremos suprimir los recuerdos de quiénes fuimos; lo que tenemos que hacer es transmutar la energía de lo que fuimos, una entidad desentronada en busca del Yo. Tenemos que sacar esa energía de la red neuronal que día tras día repite las circunstancias del pasado puesto que está aquí arriba (cerebro). Son conexiones fijas y esas conexiones toman el poder y lo distribuyen para mantener intacto lo que dictó el pasado. Para un estudiante de la obra espiritual esto es algo inaceptable, porque, ante todo, no hay obra espiritual sin poder y, segundo, no hay poder sin un discernimiento del Yo. Si no se reclama el Yo y no se le cambia su definición, no existe algo así como lo inimaginable, no hay hombre o mujer que sean maestros de la realidad. No funciona, nunca ha funcionado.
Entonces, para resumir esto: el pasado significa eliminar la condición de víctima, eliminar la envidia, los celos, el odio, la malicia, eliminar todos aquellos aspectos que tanto degradan al Yo espiritual, que literalmente lo despojan de su hermoso poder y mantienen vivos los demonios de nuestra propia mente. Para deshacerse de esas acciones hay que asumir la responsabilidad de ellas, hacerlas partes del Yo. Al hacerlo, la culpa ya no está encerrada en tus pobres padres — que, por cierto, son personas espirituales también— o atrapada en aquella clase del primer año escolar. Ya no está encerrada en tu necesidad de ser necesitado.
Cuando dices: «Yo creé esto; no sé por qué o cuándo se me ocurrió, pero lo hice. Si yo no lo hubiera pensado, nunca habría ocurrido», ya no tienes la salida de continuamente echarles la culpa a otros en tu vida. De repente la cuerda se rompe, se rompen las cadenas y el Yo empieza a definirse."

1 De vez en cuando Ramtha acuña palabras para aclarar un punto o para enfatizar sus enseñanzas.

Extracto del capítulo 1 del libro El Plano Subime -  Ramtha

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