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miércoles, 25 de enero de 2012

El Misterio del Amor


El Amor y la Representación de un Ritual Antiguo
El amor no se trata de darle a la gente todo lo que quiere. El amor no se trata ni de la seducción física ni de la esclavitud. Y el amor no tiene nada que ver con la posesión de los hijos de otra persona. Es otra cosa. Hoy vamos a estudiar el amor, algo que mi viejo maestro poseía en gran cantidad.
Volvamos ahora a tu curso de principiantes. ¿Y hace cuánto tiempo fue eso? ¿Te acuerdas? Volvamos al instante en que el Vacío1 se contempló a sí mismo. Mis estudiantes avanzados: quiero que me enseñéis a qué se parece el instante en que el Vacío se contempló a sí mismo.


Quiero que mantengas las manos ahí mismo un momento, totalmente adentro. Bueno, cuando hacemos eso estamos tocando la morada de nuestra alma. Es más, tocamos el pulso de nuestra propia conciencia. Lo podemos sentir aquí mismo en el pecho. Ese lugar de sentimiento en el cuerpo humano es un templo sagrado. Es por eso que el alma está ahí y no en la cabeza. Ese lugar en toda especie humana, representa el dulce instante cuando el Vacío se contempló y se tocó a sí mismo de una manera extraordinaria. Cuando hacemos esto, estamos tocando nuestra alma. Estamos representando el antiguo ritual de volvernos hacia adentro y encontrar el lugar; y está aquí mismo. Aprendimos que Punto Cero2, un término abstracto, se creó a partir de eso. También aprendimos que de ahí surgió el comienzo, el punto alfa. Y el punto alfa era el hijo del Vacío. ¡Extraordinario! Y el Vacío, si podemos interpretar sus acciones, le dijo sencillamente: «Tú eres mi hijo amado. Me sentía solo antes de que tú vinieras. Quiero que crees a partir de mí y que hagas lo que desees». Ésta era una responsabilidad impresionante para algo cuyo pasado había comenzado hacía sólo unos instantes y estaba apenas preparado para llevar a cabo tal hazaña. Pero aprendimos simplemente —como me hubiera enseñado mi propio maestro— que lo intentó. Mas adondequiera que iba, estaba. ¿Te acuerdas de cómo hicimos eso? Porque en el Vacío no hay distancia, tiempo, o espacio, aun cuando es una contradicción decir que se contempló a sí mismo. Pero no existe palabra, idioma o descripción de cómo ocurrió esto. Sólo en términos lingüísticos, en un movimiento lineal, decimos que se contempló a sí mismo, porque lo hizo. Por lo tanto, cuando nos damos cuenta de que adondequiera que iba el hijo, ya estaba ahí, se nos plantea un gran dilema, ¿no es verdad?

Así que te quiero hacer una pregunta. De acuerdo con nuestra historia y, en verdad, con nuestra filosofía, ¿le dijo acaso el Vacío a su hijo: «No vayas ahí. Es un mundo grande y malo»? ¿Le dijo eso? ¿Le dijo: «No vayas a esa esquina»? ¿Estás seguro? Pues yo también.
¿Le dijo: «Ahora puedes hacer las siguientes cosas: número uno, número dos, número tres, número cuatro. Harás esto, harás eso, harás aquello, harás lo otro. Y no harás las siguientes cosas: no harás esto, no harás aquello, no harás lo otro»? ¿Le dijo eso? Bueno, si creemos que así fue sería un poco ridículo, ¿no es verdad?, que algo que no había dicho ni una sola palabra en toda la eternidad de repente empezara a hablar de lo bueno y lo malo de las posibilidades.
El Vacío no le dijo a la conciencia: «Ve y crea las siguientes cosas... no es que esté tratando de decirte cómo pensar o crear, pero éstas son las cosas que puedes hacer... Y si por si acaso se te ocurre durante el proceso, no puedes hacer las siguientes cosas...» Bueno, parece ridículo, ¿no es cierto? ¿Cuántos de vosotros estáis de acuerdo? Bueno, es ridículo.
La verdad es solamente una filosofía. Pero ¡el Vacío no le podía decir nada a la conciencia porque nunca se había dicho nada! Y lo que opinamos es que dijo: «Ve, y simplemente hazlo. Te apoyaré, hagas lo que hagas. No moveré el Vacío para que te caigas». ¿Cómo suena eso? ¿No te gusta? A mí particularmente me gusta. Por lo tanto, la nada que concibe un algo, —el algo concebido de la nada— ese acto, ese intercambio, es amor.
Dios es Amor. .. es Dar, no Tomar
¿Cuántas veces has oído que Dios es amor? ¿Cuántos de vosotros habéis oído esa declaración? Levantad la mano. Dios es amor. ¿Qué quiere decir eso? Bueno, da una especie de escalofrío en la espalda cuando alguien dice que Dios es amor y luego lees los Diez Mandamientos, ¿no? Es un poco confuso, ¿no es verdad? ¿Cuántos estáis de acuerdo? Bueno, yo también estoy de acuerdo.
Bien, vamos a comenzar por definir algo que tanto los poetas como los compositores y los escritores, y los coyotes que le aullan a la luna han tratado de explicar, y eso es el amor. Dios es amor y tenemos que volver al principio para ver cómo comenzó todo esto.
Ahora, si Dios es amor, maestros, entonces Dios se ha mantenido como un secreto muy bien guardado durante muchísimo tiempo, porque las acciones del amor no consisten en tomar, sino en dar. ¿Quieres apuntar eso?
El amor de Dios y llamar a Dios amor, se definen por el hecho de que Dios te hizo nacer a la vida. Él te ha dado la vida y nunca te la ha quitado. Así que si Dios es amor, el secreto del amor está en dar sin condiciones. Tomar no significa amor. Tomar no significa amor; dar sí lo significa.
Y todos conocemos ahora la historia de la creación y de cómo, en nuestra conciencia separada, fuimos creados en una ilusión de túnel, y estamos aquí abajo en la Tierra, y se supone que debiéramos estar soñando sueños, devolviéndoselos a Dios y luego creándolos aquí en la Tierra o dondequiera que vivas.
Entonces, esta entidad es lo que se llama Prima Materia3, porque esta entidad, la primogénita del Principio Madre/Padre, hizo lo mismo para darte ahora una situación desagradable/agradable. Actuó como el amor, te dio. Hemos dicho, y lo has aceptado como una filosofía, que tu Dios es tanto personal como trascendental. Que no sólo eres ese Dios, sino que te da la ilusión de estar separado de él. Es trascendental. ¿Entiendes?
Ahora, maestros, vuestro Dios os lanzó al plano terrenal, y habéis estado creando y evolucionando durante todo este tiempo. Estáis aquí fuera y os habéis desplazado de Dios a la humanidad. Dios se vuelve trascendental en vez de personal.
Pero si este Dios —cada uno de vosotros— de repente dijera: «No más», en un instante olvidarías todo, desaparecerías y ya no existirías, nunca jamás. Es más, el recuerdo de tu naturaleza continua se anularía simultáneamente; nunca habrías existido. Así que este Dios te da la libertad aquí abajo para que te cuelgues de su árbol y te columpies, para que juegues.
Entonces, si el secreto de Dios es el amor, ¿cómo interpretamos ese secreto en nuestra propia vida? Yo lo encontré muy profundamente con mi maestro. Y lo que mi maestro representaba para mí era lo que yo había reprimido en mi interior, y eso era el Dios dentro de mí. Mi maestro reconoció la oportunidad de «darme». Y él, en vez de salir corriendo y hacer que yo lo matara, me dio todo lo que le quedaba. Y eso lo hizo noble.
Vamos a hablar de cómo podemos cultivar el amor y por qué es importante. Si Dios es amor, entonces Dios es aquel que da y no aquel que toma. He oído esto muchas veces recientemente. Los «tomadores» no son semejantes a Dios. Los «dadores» son como Dios, porque estamos restableciendo el principio divino dentro de nosotros. Yo era un tomador; no era como Dios. Mi maestro era el que daba y se asemejaba a Dios, y me dio sin condiciones. ¿Cuántos de vosotros entendéis? Ahora, el amor es el pegamento que mantiene todo unido.

3 La Prima Materia es el término usado a menudo por los alquimistas para describir la sustancia primaria que se requiere para la transmutación.

Y entonces aquí tenemos que aprender, en una situación muy difícil, la magia del amor y cómo es en realidad. Esta cultura, una cultura que antiguamente destruyó los derechos de igualdad de las mujeres de estar a la par con el hombre, ha creado, en esta línea de tiempo, una realidad que ha originado un ambiente incivilizado, sin amor, indiferente, y venenoso, en el cual los frutos de esa represión han causado toda serie de dilemas en la naturaleza humana. Y lo único que tuvimos que hacer fue tomar a los hombres o a las mujeres y quitarles su derecho divino, lo cual significa que por ser del género femenino, se las consideraba inferiores, y por lo tanto, podían ser usadas, abusadas, amontonadas y tratadas como ganado. Y si luego se rebelaban, se creaba una enseñanza que decía que no tenían alma y que por lo tanto, tratarlas como ganado, como posesiones y abusar de ellas no era pecado, puesto que Dios os las había dado para vuestro propio placer.
Las atrocidades que se han cometido en el nombre de Dios y, en verdad, en el nombre del amor, son innumerables. Para que el amor pueda florecer debe haber una actitud como la que posee Dios, la cual se encuentra generalmente en los niños jóvenes, quienes antes de que su conocimiento se transforme en prejuicios, dogma, y en un carácter civilizado, dan amor a todo el mundo. Nos deleitamos en los niños pequeños porque nos dan muy fácilmente y lo único que nos piden es que los cuidemos. Les enseñamos a ser tomadores y los entrenamos de tal manera que pierden su naturaleza dadora y amorosa.
El amor no existe en una civilización que no considera a todos iguales. El amor existe en una civilización donde todos son iguales. Y, en verdad, los hombres y las mujeres, sin importar el color de los ojos y la piel, sin importar si son gordos o flacos, jóvenes o ancianos, deberían ser considerados iguales. Y hay indicios en esta cultura de que no es así, porque tendemos hacia lo bonito y evitamos lo feo. Tendemos hacia lo joven y destruimos lo viejo. En tal cultura, Dios como amor no existe.
Ahora, siendo mis estudiantes, os he dicho durante muchos años que mi gran amante era el Dios Desconocido y eso es exactamente lo que ocurrió en mi vida. Mi iluminación llegó cuando, después de muchos años, comencé a entender esto. En vez de seguir mi vieja naturaleza destructiva, seguí una naturaleza más gentil, lo cual era algo muy extraño para mí. Sin embargo, al hacerlo creé una nueva sociedad civilizada antes de marcharme de este plano. Entre mi gente no había desiguales. Había Dioses y Diosas, y había querubines a los cuales se consideraba Diositos pequeños: los niños. Y todos eran iguales.
Cuando hablamos del amor como una persona, y a quiénes amas en tu vida y a quiénes no, es muy fácil para ti sentarte y señalar a las personas que amas o de las cuales estás enamorado, y a las personas que no amas. ¿No es eso interesante? Y,  probablemente, las personas que amas son aquellas que te dan. Las personas que no amas son las que no te dan. ¿Suena eso familiar? ¿A cuántos de vosotros esto os suena a verdad? Así es. ¿Cuántos habéis dicho: «Si me amaras, harías esto»? ¿Cuántos habéis dicho eso?
Somos un ser divino concebido por amor. Eso simplemente significa que fuimos concebidos en un entendimiento ilimitado y nos fue dado un entendimiento ilimitado. Dios dijo: «¡Ve ahí fuera, y haz que ocurra! ¡Hagámoslo juntos, y yo te apoyaré siempre!»
¿Cuántos habéis oído la historia del Hijo Pródigo? Bien. El Hijo Pródigo es el que se llevó la herencia de su padre y la derrochó por ahí, huyó, durmió con cerdos y todo lo demás. Era un tipo bastante asqueroso. Pero luego regresa a casa descaradamente. Su padre le trae su propia túnica, su corona y tesoro y le da la bienvenida con los brazos abiertos. Esa es la historia de Dios y vosotros, porque vosotros sois los hijos pródigos. Dormís con cerdos.
La Solución al Misterio de «Dios es Amor»
Ahora, cuando podemos resolver el misterio de que Dios es amor, se abre para nosotros una iluminación absoluta. Si comprendemos esta simple declaración, sabremos entonces que cada vez que le hemos dado a alguien sin condiciones hemos sentido el surgir de este sentimiento. ¿Cuántos habéis experimentado ese sentimiento extraordinario al darle a alguien inesperadamente? Que así sea. Ese sentimiento es amor.
Además, cuando las personas se enamoran, lo que realmente están haciendo es entrar en una situación donde se dan mutuamente. Por eso es tan poderoso y magnético. Cuando la gente se deja de querer es porque uno está empezando a tomar más y el otro no está dando nada. Y muy pronto el dulce sentimiento de dar empieza a deteriorarse, porque la idea o nobleza que sostenía la relación sacrifica al amor por la acción de tomar.
Pero si has sentido esto al darle a alguien, has experimentado el sentimiento mágico que ocurre cuando te enamoras de una persona. Esos sentimientos son el mismo sentimiento; no son diferentes. Ése es el sentimiento.
Ahora imagina, si quieres, ese sentimiento en un nivel eterno siendo Dios. Si es así como se siente, ¿entiendes ahora por qué Dios te ha dado continuamente? ¿Cuántos de vosotros entendéis? Porque lo que Dios da en la acción de dar, es amor. Dios está enamorado del amor. Dios está enamorado del sentimiento de dar y de permitir que su cuerpo —el de él o ella— sea moldeado otra vez en un reino nuevo. Ese sentimiento de dar es lo que Dios es, y todo maestro que alguna vez haya honrado este plano ha procurado enseñar eso a la chusma en el mercado; y enseñárselo de una manera a la vez noble y respetable.
Si aceptamos entonces que todo lo que Dios es, es amor, al recrear este diagrama del Vacío contemplándose a sí mismo y creando luego la escalera de Jacob4 bajando hasta llegar a la masa molecular, veremos que todo esto fue amado hasta llegar a tener vida.

4 La escalera de Jacob describe el sueño de Jacob que se cuenta en la Biblia (Génesis 28, 10-22), el cual realmente se refiere a la historia de la involución y la evolución de la conciencia y energía.




Has sido amado hasta llegar a tener vida. Tal vez no lo sientas el domingo por la mañana cuando te despiertas después de una larga noche de sábado. Quizas no sientas que el amor hizo que te despertaras, pero hay una fuerza llamada vida que te ha amado y que experimentó puro gozo magnético al darte la vida para que pudieras quejarte de ello el domingo por la mañana.
Ahora, ¿no es un enigma entonces que este maravilloso sentimiento haya eludido a tanta gente durante tanto tiempo? Sus momentos han sido fugaces. Y reinos completos han perecido, y ejércitos enteros han marchado hasta la muerte sólo por amor. ¿Y qué hombre no traicionaría a su propia familia a causa del amor? Parece ser el premio mayor de esta vida. Y la verdad es que lo es.
¿Por qué? Porque el momento en que expresas la acción de dar de manera inigualable es el momento en el que mas te asemejas a Dios en toda tu vida. ¿Quieres estar cerca de Dios? Pues sé Dios. ¿Y cómo eres Dios? Das y amas. Das hasta que sientes ese amor; entonces te asemejas a Dios. Cuando te separas de la gracia de Dios, no es que Dios te haya dado la espalda, sino que tú has olvidado lo que significa la unión armoniosa del amor.
¿Y no imitas esto en todas tus relaciones? ¿No estás buscando a alguien a quien amar o que te ame? ¿No esperas que tus hijos te amen? ¿No esperas que tus hijos encuentren el amor y sean felices? ¿No estás descubriendo que desearías que tus padres encontraran el amor y fueran felices? ¿No se tratan de eso todas tus tarjetas de felicitaciones? ¿No es verdad? Lo es.
Así que si Dios es amor, destapamos el misterio cuando preguntamos: «¿Qué significa todo esto?» Y lo que significa es que Dios es un dador; que Dios es un dador, no un tomador. Mi viejo maestro era un dador y no un tomador. Y esta noble entidad dejó que se extinguiera su pasado y continuó dando hasta que se agotó toda la vida que había en él.

Extracto del Misterio del Amor

jueves, 10 de noviembre de 2011

Convertirse en Dios




La única manera de conocer y convertirse en Dios es vivir y abrazar la vida plenamente, experimentar todas las situaciones, sentir todas las emociones, realizar cada acto, sea sublime o miserable, para que tu alma posea la sabiduría de toda la vida dentro de sí... 


Nunca sabes lo que sufre el rey hasta que eres un rey. Y el rey nunca conoce la humildad de su sirviente hasta que se convierte en un sirviente. Y la mujer piadosa no conoce la miseria de la concubina hasta que se convierte en ella. Y la concubina no conoce el juicio de la mujer casta hasta que lo es. Por eso, el camino hacia una vida virtuosa lo abarca todo. Incluye cada personaje, cada situación ilusoria creada dentro de la conciencia del hombre.
Por eso, las entidades más nobles y más sabias han vivido cada situación creada por las aventuras de la humanidad. Ellos han sido la prostituta y el sacerdote, el gurú y el granjero, el asesino y la víctima, el conquistador y el conquistado, el padre y el hijo. Sólo condenas en los demás lo que no puedes aceptar en ti mismo.
Al crear el hombre la noción de lo bueno y lo malo, lo perfecto y lo imperfecto, también ha creado las trampas llamadas culpabilidad y remordimiento que han hecho siempre tan difícil progresar en la vida. Pero yo te digo: cualquier cosa que hayas hecho -a través de la virtud de tus muchas vidas en este plano- nunca ha sido mala, ni tampoco buena. Ha sido simplemente una experiencia de la vida que te ha ayudado a llegar a ser quien eres ahora.
Cualquier cosa que hayas hecho, por vil o miserable que haya sido, la hiciste simplemente con el fin de crear un aprendizaje para ti mismo. Y a lo largo de ese aprendizaje te has dañado, dolido, entristecido, y te has degradado a ti mismo y, sin embargo, te has elevado por encima de ello, porque aquí estás ahora, dispuesto a conocer y abrazar la belleza que tú eres. Tu alma anhela todo aquello que no ha experimentado.
Cuando tu alma anhela una experiencia, ello significa que necesita información emocional sobre esa experiencia. Por eso, tu alma creará un sentimiento -llamado deseo- que cautiva la totalidad de tu ser y te impulsa hacia una aventura, una experiencia. Entonces, cuando la experiencia ha terminado y las emociones se calman, has obtenido, gracias a esa experiencia, un tesoro mucho más valioso que todo el oro de este plano, te ha hecho avanzar hasta la sabiduría; lo cual indica que tu alma dice que ya nunca más tendrás que experimentar eso otra vez, pues has adquirido todo el entendimiento de ello.
Entonces, tu alma perseguirá otro anhelo, y serás impulsado a hacer otras cosas, porque lo necesitas, lo quieres, porque el fuego dentro de ti te impulsa a experimentar toda la vida.
Ahora, ¿piensas que alguna vez te aventuraste a experimentar algo sabiendo que te haría daño o que ibas a fracasar? No. Siempre te has embarcado en cada aventura con gran curiosidad, interés y placer. Y aunque al principio el resultado era un tanto incierto, la emprendiste simplemente porque nunca lo habías hecho antes.
La experiencia era nueva y excitante y querías aprender de ella. Y aunque la aventura pudo causar dolor, eso te ayudó a comprender la emoción llamada «dolor», lo que aumentó tu entendimiento de la vida. Así pues, esa experiencia tuvo un propósito en tu vida. Cada cosa que haces, en el preciso instante en que la estás realizando, sabes en tu alma que la experiencia es buena para ti. Es sólo después de haber experimentado la aventura, y los sentimientos derivados de ella se han transformado en sabiduría, cuando averiguas que quizás lo hubieras podido hacer mejor o de otra forma.
Pero nunca habrías sabido que había un mejor camino si no te hubieras embarcado primero en la experiencia y obtenido de ella la joya de la sabiduría. ¿Y debe alguien ser juzgado por eso? No, porque eso se llama inocencia, y también educación. El fracaso es una realidad sólo para aquellos que creen en él. Pero nadie realmente fracasa en la vida. Jamás. A pesar de cada cosa que hayas hecho, ya sea miserable, despreciable o a escondidas -que realmente no lo es-, sigues vivo, y eso es algo milagroso.
Fracasar significaría detenerse, sin embargo, nada puede parar, porque la vida es siempre continua; avanza a cada momento. Por eso, nunca puedes permanecer estancado o retroceder en la vida, ya que cada momento de la expansión continua de la vida siempre trae más y mayor entendimiento.
Tú nunca has fracasado. Siempre has aprendido. ¿Cómo podrías saber lo que es la felicidad si nunca has sido infeliz? ¿Cómo sabes cuál es tu meta sino una vez que la alcanzaste y te diste cuenta de que era un color diferente del que habías imaginado? Tú nunca has cometido ningún error. Jamás. Nunca has hecho nada malo. De quéte sientes culpable?
Todas tus equivocaciones, tus fracasos y tus errores son lo que se llama, apropiadamente, «pasos hacia Dios», paso a paso. Y sólo has llegado a saber todo lo que ahora sabes a través de haber dado todos los pasos. Nunca te sientas culpable de aprender. Nunca te sientas culpable de saber. Eso se llama iluminación. Debes entender que has hecho lo que necesitabas hacer; todo fue necesario. Y tomaste todas las decisiones acertadas, todas.
Tú vivirás mañana y también el bendito día que le seguirá, y todos lossiguientes. Y lo que descubrirás en esos días es que sabes más de lo que sabes hoy. Sin embargo, el día de hoy no es un error; te guiará hasta la eternidad. Tú tienes la opción de crear tu sueño de cualquier manera que elijas. Pero como quiera que lo crees, para tu propio entendimiento emocional, estás añadiendo algo a la totalidad de la conciencia en todas partes; nunca le quitas, nunca puedes quitarle. Cada aventura que emprendes felizmente añade algo al fervor e intensidad de la vida.
Cada pensamiento que abrazas, cada ilusión que experimentas, cada descubrimiento que haces, cada cosa vil y miserable que haces amplía tu entendimiento, que a su vez alimenta y amplía la con ciencia de toda la humanidad y expande la mente de Dios. Si piensas que has fracasado en la vida o hecho algo equivocado, disminuyes tu capacidad de percibir tu propia grandeza interna y externa, y tu importancia para la totalidad de la vida.
Nunca desees suprimir nada de tu pasado -ni una sola cosa- porque la ficción de todas tus experiencias, sublimes o desgraciadas, ha producido dentro de tu alma las magníficas y hermosas perlas de la sabiduría. Esto quiere decir que ya nunca tienes que volver a soñar esos sueños, ni crear esos juegos, o experimentar esas experiencias, pues ya las has experimentado y sabes lo que se siente, tienes en tu alma su información; se llama sentimientos, el tesoro más auténtico de la vida.
Tu vida ha sido un maravilloso espectáculo del fuego que vive dentro de ti. Debería ser contemplada con reverencia, santidad y divinidad. Porque sin importar lo que hagas, siempre eres Dios. Sin importar la máscara que lleves, eres Dios. No importa qué tipo de relación estés experimentando, sigues siendo Dios. Tú eres merecedor de las aventuras de esta vida, de cada una de ellas. Y más aún, eres merecedor de las espléndidas aventuras que todavía te esperan.
Pero nunca te convertirás en el Yo Soy ni entrarás por las puertas de la eternidad hasta que te des cuenta de que todo lo que has hecho, lo has hecho simplemente para adquirir la comprensión del Dios que eres, que se demuestra aquí y ahora por la virtud de todas tus experiencias sobre la plataforma llamada vida. Así que tú, que llevas un abrumador bagaje de cargas sobre tus espaldas, si eso te hace feliz, que así sea.
Pero si has aprendido todo lo que se puede aprender de ellas y estás cansado de ellas, deshazte de ellas. ¿Cómo? Amándolas, abrazándolas y permitiéndoles vivir en tu ser. Cuando hayas hecho eso, no te retendrán nunca más. Abraza tu vida. Sabe que eres divino y que la fuerza de tu ser está ahí gracias a todo lo que has hecho. Termina con la culpabilidad. Termina con la farsa de la pena por uno mismo. Deja de poner cargas sobre ti mismo. Deja de echarle la culpa a los demás.
Toma las riendas. Te pertenece. Ahora, ¿qué ocurre cuando has abrazado todo lo que has juzgado, amado todo lo que has despreciado, vivido todas tus ilusiones y perseguido todos tus sueños? Puedes mirar a otros que están experimentando estas mismas cosas para su aprendizaje, y puedes entenderlos y sentir compasión por ellos. Entonces, puedes amarlos como el Padre te ama y permitirles la virtud de las experiencias de sus propias vidas. Entonces te conviertes en lo que tú llamas un santo. ¿Cómo crees que llegas a ser un santo?
Ciertamente no absteniéndote de la vida, ni escondiéndote en una cueva o un templo quemando incienso, o sentándote en lo alto de una montaña contemplando Dios sabe qué. Te conviertes en santo sólo viviendo la vida -que es el Padre- y experimentándola hasta sus límites, para que la virtud de la sabiduría culmine en una entidad capaz de abrazar la totalidad de la humanidad y amarla. Ves, sólo condenas en los demás lo que no puedes aceptar en ti mismo.
Si has vivido todas las situaciones y encontrado paz en ellas, entonces es fácil entender a otros y permitirles ser, sin juzgarlos, porque tú has sido ellos, y sabes que si los juzgas a ellos te estás juzgando a ti mismo. Entonces adquieres la virtud de la verdadera compasión, y las profundidades del amor existirán dentro de tu alma. Entonces serás, en verdad, un Cristo, porque entiendes, amas y perdonas a tus amados hermanos en sus limitaciones. 


Cada uno en este mundo -ya sea un hambriento, un lisiado, un granjero o un rey- ha elegido su experiencia con el propósito de aprender de ella. Sólo cuando haya aprendido de ella y esté satisfecho con ella, pasará a otra experiencia, que le brindará una comprensión aún mayor de su Yo más profundo.
Cuando te conviertes en un maestro, puedes caminar entre el lodo y las tinieblas de la conciencia limitada y conservar tu totalidad, porque entiendes a las grandes masas y el por qué de su manera de ser, pues una vez tú fuiste así. Les permitirás la libertad de ser limitados -y eso es amor verdadero porque sabes que esa es la única manera como pueden aprender a tener un entendimiento ilimitado y a amarse unos a otros, lo cual es, de hecho, amarse a sí mismos totalmente. 


Y cuando veas la cara de otro en la muchedumbre -sin importar su color, limpieza o apariencia- mirarás a la entidad y verás a Dios en él, porque si miras lo bastante cerca encontrarás a Dios en cada uno. Cuando sitúes a la gente en el lugar donde pertenecen, en su Dios-fuente, sabiendo que sin importar lo que hagan, están viviendo para el Dios dentro de sí mismos -así como tú vives para el Dios dentro de ti- entonces puedes aprender a amar a toda la gente.
Cualquiera que sea su expresión, ahora puedes, por primera vez en tu existencia, amarlos verdaderamente, pues tu amor no está gobernado o restringido por el juicio. Y así es en verdad, como es un Cristo -el hombre que vive como Dios- dentro de su ser. ¿Cuál es tu camino en la vida? Seguir siempre tus sentimientos, escuchar a los sentimientos de tu alma y lanzarte a vivir las aventuras que tu alma te impulse a experimentar. 


Tu alma, si la escuchas, te dirá lo que necesitas experimentar. Si te sientes aburrido o no tienes deseo de hacer algo, ello significa que ya lo has experimentado, que has adquirido la sabiduría de esa aventura. Pero si quieres hacer algo, esa urgencia dentro de tu alma significa que debes vivir la experiencia y su virtud. Si te abstienes de ella, sólo estás posponiendo la experiencia hasta otro momento y otra existencia. Vive la verdad de lo que sientas dentro y ama a quien está sintiéndolo. Entiende que el sentimiento debe ser expresado y satisfecho.


Como convertirse en un Dios
Cuando quieras hacer algo, sin importar lo que sea, no es sabio ir en contra de ese sentimiento, pues hay una experiencia esperándote y una gran aventura que hará tu vida más dulce. Si escuchas a tus sentimientos, siempre estarás haciendo lo más apropiado para la evolución de tu hermoso ser hacia la sabiduría profunda. Es cuando vas en contra de tus sentimientos cuando sufres la enfermedad, la neurosis y la desesperación. Sigue a tu corazón, a tus sueños, a tus deseos. Haz lo que tu alma te pida que hagas, no importa lo que sea, y hazlo hasta el final; entonces continuarás con otra aventura. Nunca serás juzgado a menos que aceptes los juicios de aquellos a tu alrededor. 


Llegará un momento, en esta vida o en las próximas, en el que habrás alcanzado ese punto donde ya no tienes el deseo de hacer esto o aquello, sino simplemente «ser». Nunca más maldecirás o juzgarás a la prostituta, al ladrón, al asesino o al país que está en guerra. Habrás vivido todas esas cosas y sabrás lo que se siente al serlas.
Estarás tan completo con las experiencias de este plano, que ya no habrá nada que te arrastre otra vez aquí para experimentar. Entonces partirás hacia nuevas aventuras en planos superiores de existencia. Cuando contemples lo que te acabo de decir, percibirás y entenderás un valor en ti mismo que es la demostración intencional del Dios poderoso, el fuego y la vida que tú eres. También entenderás que cualquier dirección que tomes en la vida, ese va a ser el camino hacia tu iluminación. Y por cada aventura a lo largo del camino, obtendrás una percepción mayor del misterio que eres.

Llegarás a amar lo que eres, a acariciarlo y a pulirlo, hasta que la luz de tu ser pueda competir con la gran Luz del firmamento y la paz de tu ser pueda competir con la medianoche, cuando todo está tranquilo en la Tierra. Nunca más te negarás a ti mismo. Nunca alterarás lo que eres, ni juzgarás lo que eres. Permitirás aquello que has de ser.

Ramtha - J.Z.knight- (Extractos del texto original) (c) todos los derechos reservados

Publicado por Despertando Conciencias Producciones  el marzo 4, 2011 en 3:26 PM