sábado, 10 de diciembre de 2011

la noche oscura del alma



Ahora, este es un momento penoso porque los seres humanos son cobardes por naturaleza; son cobardes. ¿Y por qué lo son? Porque temen enfrentarse a sus propias elecciones. De modo que en una situación de temor corremos y empezamos a señalar a otros. Y culpar a otros es nuestra manera cobarde de evadir la situación. Cuando hacemos esto, cuando señalamos con este dedo de poder, lo que sucede es que esta mente de poder se ha enfocado en la energía, la sacó de nosotros, la reflejó en otra persona y de este modo nos destronó. Te aseguro que no es fácil asumir la responsabilidad de nuestra vida. Pero es la parte espiritual más valiente la que lo hace, sin importar cuán doloroso sea. ¿Sabes qué es el dolor? Es el regreso a casa del hijo
pródigo de la energía.
Llamamos a esto la noche oscura del alma. Nos cae todo ese sufrimiento porque es energía que regresa a la fuente. Pero es a través del sufrimiento como nos purificamos porque cuando la energía traspasa la barrera del cuerpo emocional y éste se sacude y se turba, y el corazón late con más fuerza, se respira con dificultad y las lágrimas empiezan a brotar, entonces la energía está regresando y traspasando la barrera del cuerpo emocional, lo que ocasiona una tormenta. Y tienes que soportar la tormenta; es la naturaleza del hijo que regresa a casa. Y después de la tormenta, la energía, que ha sido purificada por el cuerpo emocional, ha dado la vuelta completa y regresa a casa como ingrediente necesario para la definición del Yo, lo que nosotros somos. Ahora, nadie te va a obligar a atribuirte crédito por tu vida. Puedes aparentar y decir que estás de acuerdo con esto, pero el guerrero verdadero es el que lo hace y lo hace bien —se trata de la conquista del Yo— y lo hace sabiendo que todo lo que ha arrojado regresará a casa multiplicado. El que hace esto es el que al final se libera.

Todos los seres que en el Plano Sublime escogen la vida espiritual saben que no es un sendero fácil; saben que hay que definir y pulir el Yo y ni siquiera se imaginan lo que implicará en sus vidas hasta que se enfrentan a ello. ¿Sabes que es aquí en este punto donde la mayoría se da la vuelta y huye? ¿Por qué? Muy sencillo. Si la divinidad que somos no ocupa el trono de este cuerpo temporal, nunca producirá lo maravilloso si no se ha divinizado y definido dentro de nosotros mismos. Si no sucede esto, lo inimaginable nunca te ocurrirá, ni tampoco lo virtuoso.
Entonces, para la víctima crónica, el mito, el sueño y la leyenda siempre serán precisamente eso: mito y leyenda. Y mientras tanto nos asombramos de aquellos que pasan la barrera y hacen milagros. Nos maravillamos ante los que cruzan el puente; los que completan el viaje, el viaje de recuperar el poder para el Yo y viven de acuerdo con él. Los cobardes, los que huyen y no pueden enfrentarse a ello nunca tendrán el poder de la lucidez, la claridad y la habilidad de moverse como un maestro, porque un maestro nace únicamente cuando el Yo se define. No puede nacer de un Yo indefinido.
¿Entiendes cómo la esencia define al Yo y su poder? ¿Entiendes que al entregar ese poder se agota la esencia? Bien. Observa que cuando yo hablo del pasado siempre me refiero a tus mayores obstáculos. Y pareciera que estoy diciendo que el pasado es algo terrible. No, el pasado tiene su propósito.
Ahora, lo que quiero que comprendas es que todas las cosas preciosas de tu vida, las que hiciste y te hicieron y que son gratas, sólo pudieron haber ocurrido en un momento de autodefinición, de modo que ellas siempre estarán allí porque son la esencia de lo que somos. Por eso es que en las religiones Dios está siempre pidiéndole a su rebaño que sea bueno, que haga buenas obras y que sean hombres y mujeres de valores morales e impecables, porque hay algo de verdad en eso. Y la verdad es que cuando somos así, no hemos entregado nuestro poder, sino que hemos sido dotados de él. Y cuanto más se dota de poder al Yo, más asombrosa es la realidad de esta entidad. Así es como funciona. Todos vosotros tenéis a favor momentos gratos y bellos en el pasado. No hay que desecharlos puesto que son una parte esencial de la definición del Yo.
Entonces, si esos momentos de definición son los momentos sublimes de nuestra vida, los puedes ver como las acciones más simples que hiciste desde el momento en que tienes memoria cognitiva, lo que te hicieron, lo que hiciste a otros a lo largo de toda tu vida. Esos son momentos de poder. Así se expresa el Yo verdadero.
Pero en la mayoría de los casos, vives en una sociedad dinámica en la cual la forma de vida corriente es la culpa y la cobardía en favor de la imagen. Es la competencia despiadada, la hiena cuyas víctimas son los pequeños. Es el éxito que es promovido y temido por los propios aspectos del fracaso. Esto se convierte, entonces, en la dinámica en la cual un pasado deplorable —en el que se ha entregado el poder, en el cual hay culpa, victimismo y dedos acusadores— comienza a una edad muy temprana. Entendemos entonces por qué es fundamental examinar el pasado desde el punto de vista de la energía, de por qué se entrega el poder y por qué se permanece constreñido en un patrón de conciencia con su red neuronal de ser la eterna víctima y el
eterno sufridor.
Ningún maestro es así. No encontrarás ningún maestro que muestre compasión por alguien que escoge ser esto. ¿Por qué? Porque los maestros saben que todos los actos de la vida son elección personal basada en el libre albedrío. Todo aquel que es un maestro sabe y comprende esto, sin compasión o empatia. Hay una diferenciación muy clara en lo que estás aprendiendo y es que un maestro ha colocado firmemente al Yo en su espacio divino, y desde allí conduce esa divinidad hacia una vida basada completamente en la ubicación contemplativa y meditativa de la energía. Esa ubicación es crucial. Ese es un maestro.
Entonces, dicho esto, y habiéndote recordado que estás aquí por tu propia elección —tú elegiste esta vida; una vida en la que se te revelaría lo espiritual— estás totalmente dotado de poder.
A partir de ahora entonces vamos a hablar sobre el Plano Sublime; el cielo, como algunos lo llamarían.
Ahora, durante estos años en tu cómputo del tiempo hemos discutido con frecuencia lo que se llama la existencia intermedia, es decir, la que tuviste antes de esta encarnación. Y no profundicé mucho en ella, ni tampoco en tus vidas pasadas, por una maravillosa y gran razón. En mi sabiduría yo entiendo que aquellos que no tienen madurez espiritual se aferran a las vidas pasadas con la misma intensidad con la que se han aferrado a su condición de víctima, de tirano, de tener compasión de sí mismos. Esa información, en vez de ser el maná para el Yo espiritual, le da más alimento al animal interior del hombre y la mujer. Aquí el enfoque ha sido llegar a ser Dios. Eso es lo fundamental y siempre lo será, pero esta noche vamos a hablar sobre el lugar intermedio en el cual estuviste antes de nacer.
Ahora bien, en el pasado he expresado enérgicamente que no creamos a nuestros padres; es cierto, pero recuerda también que somos atraídos a un pool o grupo genético que sólo equivale a lo que somos antes de llegar. En ese sentido entonces, subconscientemente, llegamos a ser sólo lo que somos capaces de llegar a ser. Nunca podemos llegar a ser lo que somos incapaces de llegar a ser. En otras palabras, no podemos ser algo más grande de lo que somos.
De modo que en el lugar intermedio estamos hablando de los niveles tercero, cuarto y quinto. Son los planos de descanso y renovación.
Entonces se vuelve obvio que el cuerpo físico ha perecido y toda la energía que le dio vida, desde el alma, se está separando de él. El cuerpo pasa entonces a un lento estado de descomposición. Sin la tecnología moderna y el arte del embalsamamiento la energía se descompondría rápidamente en cuestión de quince días. Toda descomposición es la disgregación de la masa coagulada y la liberación del Patrón de conciencia.
Estamos hablando del Yo. El Yo espiritual, el que no se ve, ya ha partido y ha atravesado el infrarrojo hasta el túnel de luz, al final del cual es recibido por los Señores de la Luz. Y todos experimentasteis la lectura de vuestra vida. En tiempos antiguos se le llamaba el día del juicio. Es un día de juicio, salvo que no es realmente un juicio. Es para refrescarte la memoria en cuanto a lo que hiciste.
Comprende que eres un ser que es transpersonal y no obstante personal. Un ser que ha sido transmutado fuera de la carne; te has salido de la prenda de vestir. Y en este plano el espíritu se demoraba para crear la realidad a través del cuerpo —pues vives en un cuerpo que opera de masa a masa— pero ahora estás en tus propios dominios como entidad espiritual. De hecho estás vibrando en un reino más benigno que éste.
Allí observas tu vida. ¿Cómo es posible esto? Porque las bandas que te rodean, que te apoyaron y te dieron vida y sustento en la matriz, se llevan con ellas en forma de mente todo lo que hiciste, pues lo que haces es una acción, y las acciones son energía. Y el enfoque de esa energía son los patrones de la mente. Así que comenzamos a observar los patrones de la mente mientras se combinan para mostrarnos el esfuerzo de toda una vida.
Ahora, hagamos aquí una pausa y déjame decirte esto: algún día, cada momento a la luz de toda la eternidad, será pesado contra una pluma. Cada momento cuenta. Todo lo que haces y lo que yo hice se ve. Y se ve tanto desde la perspectiva de observador como de participante, del que realiza la acción como del que es afectado por ella, todo. Por eso se le llama día del juicio, porque la mayoría de las personas ignorantes creen, o viven en el engaño de que sus pensamientos no son cosas. Sus pensamientos son cosas. Estas personas piensan ilusamente que lo que hacen a puertas cerradas sólo lo saben ellas. Eso es un engaño; todo se sabe y todo se mostrará. Y en este estado elevado no es necesario que ningún ser te mire y te condene; con que sólo tú lo veas bastará. No hay juicio más severo que el del alma en el día del juicio.
Ahora, cuando eso suceda —y todos lo experimentaréis puesto que ya lo habéis hecho— ¿qué será lo importante de esto? Lo importante es cuán cargado estás a causa de los asuntos sin terminar. ¿Qué carga constituyen las experiencias sin terminar? Si te digo que eres Dios, entonces esta vida es para hacer que ese Dios-Fuente evolucione como un todo. Entonces, ¿de cuántas experiencias no te adueñaste? En el momento de repasar tu vida, cada momento en el que fuiste cruel con alguien, cada vez que fuiste taimado y destructivo, cada vez que levantaste falsos testimonios, cada vez que lastimaste a otro físicamente, cada vez que la lengua se desenfrenó para vengarse y culpar, cada vez que repartiste tu furia de amor no correspondido para destruir a los que te rodeaban y a ti mismo, cada cosa se convierte en ti en ese momento en que la estás viendo. Tú eres todo, ¿lo sabes?
Así que sufres el ataque de tu villanía y sientes lo que sintió el otro. Te conviertes en el niño al que golpeaste y sientes su dolor desvalido. Te conviertes en el abusador y su ataque de furia instigada y embriagadora contra un inocente que no se puede defender. Sientes lo que es ser difamado y que mancillen y deshonren tu buen nombre. Lo sentirás porque eres Dios.
En este momento no estamos separados; somos todo. Llegamos a entender que es en este momento de tránsito cuando más nos damos cuenta de que somos la totalidad de la telaraña de la vida. Sentimos el abandono con el cual abandonamos. Sentimos la falsedad que infligimos a otro. Experimentamos la culpa que excesivamente nos echamos a nosotros mismos. Sentimos la angustia del amor no correspondido y somos el que llevó las cadenas de esa culpa. Se nos honra y se nos deshonra. Se nos divierte y se nos aturde. Vemos cómo hemos prostituido nuestros valores.
Nos convertimos en el cuerpo en medio de su agonía y abuso. Nos convertimos en el abusador y en el abusado. Esto es juicio y lo sentimos en toda su magnitud. Nos recreamos en el sueño e inspiración Que tuvimos a los cinco años; nos desesperamos al ver cómo el sueño se nos fue a los veintitrés. Nos convertimos en el sueño y luego nos esfumamos como él. Nos convertimos en la inspiración que nos maravilla y luego somos el aburrimiento de la inactividad. Vemos el desarrollo de las ideas y conceptos que tuvimos, somos la idea en sí misma, la forma de pensamiento, y luego la vemos como un huevo sin amor y sin sustento que nunca rompe el cascarón. Vemos la idea que nunca fructificó y el dolor de su no-inclusión en nuestro medio ambiente. Lo vemos todo, porque somos la totalidad de Dios.
El elemento subjetivo de todo esto es muy importante porque la esencia del Yo es subjetiva pues lo es todo. De modo que en esta perspectiva el Yo se enriquece y se define mejor.
Vemos cuántas veces necesitamos suplicar el perdón de alguien y todas las veces que no nos lo pedimos a nosotros mismos. Vemos todas las oportunidades de amar que tuvimos pero, con nuestro Yo renegado y egoísta, las desaprovechamos todas. Vemos el lugar vacío donde no reside el amor y nos dejamos llevar por el desespero y la futilidad. Lo vemos todo.
Y en esa exhibición hallamos la unidad incluso en el sufrimiento, ese momento elevado. ¿Y cómo describo yo el sufrimiento si no hay cuerpo? Bueno, la emoción, aunque se genera mediante estímulos eléctricos del cerebro y las redes neuronales, y pasa al cuerpo mediante la liberación de hormonas, se convierte en algo viviente. Es un campo energético en el cual permanecemos y nos sumergimos entonces dentro de toda esa energía. No podemos deshacerla, está hecha. La suerte está echada.

Ahora, no quiere decir que esto sea malo; es algo necesario para el ignorante, y todos vosotros lo sois. Lo que sucede allí, en esa visión, es que quedamos cargados. Quedamos cargados por las dificultades que vemos. Una carga es un término espléndido, porque lo que dice es que todo aquello que hicimos, nos lo hicimos a nosotros mismos. Y por medio de esta revelación tenemos que quitarnos esas cargas y darle amor al Yo, que es lo que Dios es. Dios da, ¿recuerdas?
Entonces salimos de allí en un estado de reflexión profunda. Se nos da cualquier imagen en la cual deseemos recapacitar sobre todo esto. Algunos reflexionan en altas cordilleras en el Plano Sublime; otros detrás de árboles magníficos y nobles. Otros lo hacen junto a lagos preciosos rodeados de bosques moteados. Otros en bibliotecas enormes, o flotando en medio de nada, porque no toleran que los rodee nada. Pero siempre después de esto viene la reflexión, el arte de la contemplación. Y lo que se vuelve ineludible es que esto nos lo hemos hecho a nosotros mismos, porque somos la totalidad del Yo.
Ahora he aquí el dilema: todos esos actos, esa vida, se originaron en un tiempo muy lento en el cual el centro de atención de esa vida fue el cuerpo humano. Así que no importa lo que hagas en el Plano Sublime: nunca podrás componer allí lo que hiciste en el plano de la carne. En el Plano Sublime no podemos manifestar experiencias que produzcan emoción física porque allí no tenemos emociones.
Pero contemplamos y luego imaginamos, tal como lo hice yo sentado junto al fuego cuando soñé esta jornada. Imaginamos y tan pronto como lo hacemos todas las formas y escenas aparecen de manera instantánea. Y mientras contemplamos nos vemos a nosotros mismos y cómo manejamos lo que hicimos. Imaginamos. Como estamos en el Plano Sublime, donde no se hacen las cosas masa a masa, nuestro Yo es más afín a ese tiempo, que no es un tiempo como el de este plano. De modo que allí, cuando imaginamos algo, aparece exactamente como lo concebimos. Y entonces nuestro entorno está siempre cambiando. Esto es algo ideal para la reflexión porque al contemplar podemos ver la escena tal como quisiéramos que sucediera.
De todos modos, por mucho que nos esforcemos por encontrar alivio o desahogo, no podemos hacerlo. Lo que sí se nos proporciona es nuestra divinidad. Nuestro don de la imaginación nos ha permitido reconstruir el pasado; reconstruirlo y avanzar desde ese punto. No obstante, este mapa, aunque se hace minuciosamente, podría demorar miles de años en el Plano Sublime. La contemplación allí es muy diferente a la que se hace aquí.
Y podemos languidecer allí; en aquellos planos podemos planear, fraguar y buscar. En el momento en el que se nos ocurre que hay magníficos seres que poseen esta sabiduría, se nos aparecen. Vienen y nos enseñan; nos ayudan con nuestro modelo de imaginación. Ellos no cambian ese modelo en el momento de la contemplación. Ellos te dan los pensamientos y tú incorporas la sabiduría a la imaginación. Así es como funciona, pues no se trata de su imagen, sino de la tuya.
Conocimiento. Si para ti el conocimiento es como un embalse de información que fluye por una computadora, aparecera una que tendrá dendritas conectadas a ti y entonces el conocimiento fluirá a través de la computadora. Pero al final, el conocimiento fluye hacia ti, y debes ser tú el programa que lo incorpore. O puede que te imagines que el conocimiento se encuentra en enormes salones de aprendizaje, las enormes aulas de una academia. Puedes imaginarte el conocimiento como un conjunto de libros excepcionales. Entonces, de inmediato, aparecerá una enorme biblioteca, cuyo final no podrás ver, y todos los grandes textos aparecerán en viejos y antiguos anaqueles. Y si en tu mente viejo significa cubierto de polvo y desgastado, entonces así se verán. Así que buscas el manual más viejo, más empolvado y lleno de telarañas que haya, pues tu mente dice que ese es el que posee todo el conocimiento, y lo hallarás. Habrá una mesa para que te sientes, y una vela, o una lámpara, que puede ser eléctrica, de aceite, o fluorescente. Te sientas y lees. Lees cada página, una página que parece una luz tenue, con letras multidimensionales que saltan del libro hacia ti y piensas que estás leyendo. Es el mismo conocimiento.
Y después de pasar cien años en esta biblioteca, sales con la información de cómo modular el salón de la contemplación, el salón de ver cómo vas a cambiar las cosas, cómo se va a prolongar esta carga que tienes de estar incompleto a causa de lo que, según tu perspectiva, es el error que has cometido sobre otro. ¿Cómo podrás justificarlo? ¿Cómo podrás escribirlo? Encontrarás la respuesta a todo.
Ahora, no es casual el hecho de que todo empiece a comportarse exactamente como un campo cuántico de potencial, pues lo es. El Plano Sublime está en el nivel cuántico, de modo que allí, cuando una entidad —que es espiritual sin el cuerpo— es una mente elevada, todo sucede instantáneamente.
¿Qué hace la entidad? Selecciona senderos de destino intencional y los crea de una manera lineal, con o sin ayuda. Se esfuerza por encontrar una solución, pues nadie quiere vivir en medio del castigo. Ese reino se llama el infierno, pero uno lo vive en forma de asuntos pesados y sin resolver, inconclusos.
Ahora recuerda, ten presente que en aquel plano no hay nadie que te diga que tienes razón o que estás equivocado. Eres tú el que emite esas opiniones; no hay ni bueno ni malo. Pero se hace muy evidente el hecho de que pertenecemos al reino angelical y que somos viajeros foráneos en un mundo ajeno, y que estamos facultados para recrear ese mundo de acuerdo con nuestra imaginación, que es nuestro recurso más valioso. De modo que allí no hay nadie que te diga que esto es bueno y aquello malo. Te digo que al ser Dios en ese momento de repaso en la luz sentirás el impacto de todo lo que repartiste en tu encarnación, pues Dios no es algo, sino todo.
Ahora: el salón de la contemplación. Muy importante. Todavía hay seres allí que han estado trazando una vida potencial de manera muy cuidadosa. Llevan allí cientos de miles de años. Están planeando esa vida y son como el guardián de la puerta de la historia que te conté, que observaba a todos los que entraban. Pues bien, hay seres que se sitúan junto a la gran puerta del cielo para observar cómo entran todos con sus cosas, y aprenden. Pero lo que es importante es que el aprendizaje no es significativo hasta que se aplica en el nivel en el que se originó la sabiduría.
Ahora te hablo en un lenguaje corriente de un plano que es mucho mas ilustre, dinámico, fantástico y mucho más hermoso de lo que puede permitir el habla común. Me estoy esforzando por hacerte entender una lección muy valiosa que vamos a aprender acerca del Yo extraordinario y por qué escogiste estar aquí.
Una entidad cargada que tiene muchos asuntos sin terminar aquí, no los puede culminar a menos que posea un cuerpo físico que opere en este tiempo. En aquellos otros niveles lo pueden soñar, pero nunca podrán experimentar sus sueños hasta que nazcan en el tiempo destinado para ellos.
Ahora, la entidad cargada ha esbozado, entonces, su recorrido lineal y ha conseguido toda la ayuda que ha sabido solicitar. Cuando esté lista para regresar será atraída a un grupo genético igual al que pertenecía cuando se marchó.
En este Plano Sublime —el cielo como lo llamarían otros; yo los llamo los planos superiores— no te sientes arrepentido de estar allí.
Quiero que sepas que no hay un lugar más vivaz y hermoso que éste porque es lo inimaginable imaginado. Y nunca hubo un estado de ser que estuviera tan completamente libre de las cargas del tiempo lento y la masa lenta. Tampoco hubo un lugar en donde la belleza física no fuera lo más importante, porque allí podías asumir la apariencia que querías y entonces ya no era importante. Aquí sí es importante; allí no porque es cambiable, de modo que todos están libres de ese aspecto y flotando más cerca de Dios. Estás en un estado sombreado por el reino dorado, un estado donde el día o la noche pueden ser eternos. Hay multitudes allí y es como si hubiera espacio suficiente para todos; lo hay. Es un lugar merecido; el lugar de descanso antes de la batalla siguiente.
Así que no es —como creéis algunos de vosotros que tenéis tendencia a sufrir— un lugar donde se languidece en los bosques de contemplación y se sufre. No. Pero desde el punto de vista subjetivo de Dios es importante que sientas lo que hiciste. Mas siempre eres objetivo, y partiendo de esa base, no sientes pesar por dejar a tu familia, a tu esposa, a tu esposo, a tus amigos o a tus vecinos. No tienes ese tipo de emoción porque estás libre de todo eso.
Hay un entendimiento que penetra en estos planos y es que en la Tierra se está llevando a cabo una gran obra de teatro en la cual tuviste un papel. Pero lo que importa es que nunca llegaste a terminar tu parte del guión. Y al salir de ese sueño tan pesado, sabes que tus hijos realmente no quedaron abandonados: siempre existirán. Tampoco abandonaste a tu amor; siempre estará contigo, porque cuando nos convertimos en el Dios subjetivo, interactuamos con la totalidad de la vida. Entonces, ¿cómo podríamos estar separados de ella? Es difícil entenderlo cuando uno está en ese estado, mas todos habéis estado allí, todos. De otro modo no podríais estar aquí ahora.

 Ahora, deja de sufrir y lamentarte por un momento y comprende que en ese estado de «carga» se origina nuestro , máximo poder. Queremos entonces diseñar una vida, imaginarla y cambiar sus patrones, los personajes. Todo el que desee participar puede hacerlo. Hacemos esto antes de regresar y continuar donde terminamos. Es algo muy importante.
Ahora quiero referirme a los personajes de la próxima pieza teatral. Siempre se ha sostenido que las personas que se encuentran y sienten empatia recíproca se conocen de una vida pasada. No es así. Qué te parece esto: nunca os habíais conocido y os encontrasteis en el Plano Sublime porque teníais la misma carga, llegasteis al mismo bosque a contemplar la misma cosa. Algunos de estos lugares están repletos y siempre nos atrae lo que somos.
De modo que los personajes que tendrán un papel importante en nuestra próxima vida no tienen que ser personas que conocimos anteriormente. Y engañarte a ti mismo continuamente con este pensamiento es una señal de tu ignorancia sobre la vida espiritual, porque este lugar no lo es todo, ni estas vidas lo son todo. En el mismo lugar de contemplación encontraremos seres que, ¡por Dios!, pueden ser entidades extraordinariamente avanzadas que en encarnaciones pasadas fueron genios o grandes líderes y que tienen un defecto que los llevó a estar en contacto contigo. O podrían venir de otro planeta terrestre para resolver aquí su defecto. Nos conocemos a través de la asociación de cargas.
Ahora, —y qué difícil de entender es esto— ¿cómo es la dinámica de ese encuentro? Es como cuando te sientas al lado de otra persona y entablas una conversación. Encuentras una afinidad. Muy pronto te mueves por el laberinto de la mente del otro, comprendes lo que te dice, estás dentro de él. A su vez, el otro se desplaza por el laberinto de tu mente. Eso es lo que llamamos conversación. Si entiendes eso, entonces empezarás a captar el concepto de que la asociación de cargas, cuando se comparten, atrae a los semejantes en aquel lugar sublime. No se trata de conversar. Allí no se habla, tus pensamientos proclaman. Y así cada uno participa de los pensamientos del otro.
En estos momentos, cuando hay una participación recíproca de los pensamientos, ocurre algo maravilloso llamado compasión. Entonces en este maravilloso reino donde hemos diseñado una vida, hemos hallado a alguien que tiene la misma carga, pero la carga puede ser que aquella entidad le hizo a ellos lo que nosotros hicimos. Y, aunque en este lugar de contemplación ambos somos a la vez el que lo hizo y el que resultó afectado, nuestras mentes se juntan y planean una relación, que se materializará más tarde en este plano.
De modo que no se trata de los que conociste hace dos o cuatro mil años. Los más significativos son los que conociste en el Plano Sublime porque llegaron al mismo lugar. Bien. Dichas personas entrarán y saldrán de tu vida, a menudo para realizar el mismo drama que tú viniste a consumar. ¿Y qué papel están representando ahora? Al final es selectivo en ese momento. Cuando repasaron su vida y vieron que le hicieron algo inconcebible a alguien, pueden replantear las cosas para que lo inconcebible recaiga sobre ellos. Y el personaje involucrado será alguien que fue la víctima en la existencia anterior. Están aprendiendo el equilibrio. Con todo, pueden aparecer y luego desaparecer de nuestra vida, pero para eso estamos aquí.
No existe la casualidad. Todo se crea desde la conciencia y el único propósito de la conciencia no es sólo este plano; es todos los planos. Y cuanto más cerca estamos del Punto Cero, más puros somos como seres conscientes. Así que este maravilloso reino —donde lo que pensamos es— es nuestra naturaleza. Es nuestra verdadera naturaleza, es a lo que estamos acostumbrados. A lo que no estamos acostumbrados es a llevar el peso y la carga del tiempo lento y los mecanismos del cuerpo físico, porque allí estamos liberados de eso y de todo lo que representa.
Entonces, cuando hemos trazado el plan en nuestro memorable encuentro con otras entidades allí, cuando establecimos ese patrón y hemos decidido esta línea de potenciales, estamos listos para retornar. Nos encontraremos de nuevo con aquellos con los que interactuamos antes. No los recordaremos, pero los encontraremos y el alma sabrá porque el espíritu recuerda la conversación. El alma recuerda el viaje. Sólo la mente corporal y el cerebro corporal de la entidad física por nacer no recordarán este incidente.
De modo que cuando estamos listos, regresamos porque no podemos avanzar a menos que regresemos y terminemos nuestros asuntos inconclusos, hasta que comprendamos completamente que Dios es uno. Cuando somos uno, cuando decidimos ser uno, es cuando hemos elegido el camino espiritual, una vida llena de ello.

Extracto del capítulo 1 del libro El Plano Subime -  Ramtha

viernes, 9 de diciembre de 2011

sobre la culpa



"La culpa, como nota al margen, es una cualidad engañosa de la persona espiritual, porque la culpa le quita poder al Yo. Cuando le echas la culpa a otra persona, estás drenando las reservas de poder del Yo. Sucede entonces que el Yo empieza a esconderse debajo de la bruma del malentendido. En esta escuela es esencial que el Yo sea siempre el centro. El poder debe generarse siempre desde ese centro, y en ningún momento se debe entregar el poder de ese centro a nadie. Los aspectos humanos de culpa y victimismo son los ingredientes principales con los que se le quita el poder al Yo y se le entrega a otros. solamente como Yo espiritual, sino que también, el Yo espiritual debe ser definible dentro del Yo humano. Toda la definición y pulido conducen a la vida impecable, la vida dotada de poder.
Ahora, si escogiste esta vida para el camino espiritual, eso te da poder porque coloca en ti el lugar de destino, y es allí donde debería estar. Esto también es compatible con el hecho de que eres un dios con libre albedrío, un albedrío lo suficientemente libre como para imaginarse lo inimaginable, pero lo inimaginable que brota del centro del Yo junto con su poder. Si por medio de la culpa, el victimismo y vivir en el pasado abolimos el Yo, derrocamos entonces el aspecto mismo del camino espiritual. Desentronamos1 al Dios interior en respaldo de incidentes pasados a los que podamos culpar por nuestra existencia desdichada, miserable y decadente. Ese es un Yo sin definición, un poder que se ha entregado en su totalidad, de manera que cuando una criatura trata de manifestar algo, no sale el impulso desde el centro del Yo para hacerlo realidad. Si no hay nadie en el trono, lo inimaginable no se puede concebir. No hay poder para nada.
Bien, desde el primer momento de mi aparición aquí, dije que eras Dios, que todos erais dioses —olvidados, sí— y mi trabajo es ayudarte a recordar. Ese es el núcleo del camino espiritual: definir a Dios, definirlo y sentar a esa divinidad dentro del Yo; y tú escogiste ser parte de ese camino. Cuando hacemos esto, cuando definimos a Dios, el Yo se vuelve nítido.
Solamente cuando definimos el Yo logramos ocupar su lugar. Y cuando ocupamos ese lugar estamos totalmente facultados para hacer lo inimaginable. Si no llegamos a ese punto, nunca funcionará, nunca.
Ahora. Este destino, antes de llegar a esta vida —y vamos a hablar acerca del lugar de la dicha suprema— era una opción clara que todos, con excepción de unos pocos, estabais listos para aceptar. Vamos a entender esto desde un aspecto más profundo.
Pero en este punto en especial quiero decirte que a menos que el Yo sea facultado en su totalidad, la vida espiritual, lo que viniste a experimentar aquí, nunca será una realidad. Nunca caminarás como un maestro mientras continúes dejando huellas en el ayer. El pasado fue la generación de crecimiento que consistió esencialmente en entregar el poder a elementos de autoridad superiores. Y esa autoridad pudo haber sido sencillamente tus compañeros de clase del primer año, al comienzo de lo que llamamos conciencia social. O pudo haber sido entregar el poder a tus padres y la manera como ellos te criaron. Así comenzó el sangrar, si quieres, de una vida desordenada, aparentemente sin más propósito que dejarse llevar por la corriente y apenas sobrevivir. Una vida en la cual no cuenta lo inimaginable, sólo lo que está de moda o lo que es fácil.
Ahora, para que comprendas lo que significa caminar como un maestro, tendremos que manifestar en tu vida lo que se llama una revelación, de modo que te sea revelado, en el nivel en que individualmente te encuentres, lo que yo quiero decir con el término «el pasado». Nunca podremos suprimir los recuerdos de quiénes fuimos; lo que tenemos que hacer es transmutar la energía de lo que fuimos, una entidad desentronada en busca del Yo. Tenemos que sacar esa energía de la red neuronal que día tras día repite las circunstancias del pasado puesto que está aquí arriba (cerebro). Son conexiones fijas y esas conexiones toman el poder y lo distribuyen para mantener intacto lo que dictó el pasado. Para un estudiante de la obra espiritual esto es algo inaceptable, porque, ante todo, no hay obra espiritual sin poder y, segundo, no hay poder sin un discernimiento del Yo. Si no se reclama el Yo y no se le cambia su definición, no existe algo así como lo inimaginable, no hay hombre o mujer que sean maestros de la realidad. No funciona, nunca ha funcionado.
Entonces, para resumir esto: el pasado significa eliminar la condición de víctima, eliminar la envidia, los celos, el odio, la malicia, eliminar todos aquellos aspectos que tanto degradan al Yo espiritual, que literalmente lo despojan de su hermoso poder y mantienen vivos los demonios de nuestra propia mente. Para deshacerse de esas acciones hay que asumir la responsabilidad de ellas, hacerlas partes del Yo. Al hacerlo, la culpa ya no está encerrada en tus pobres padres — que, por cierto, son personas espirituales también— o atrapada en aquella clase del primer año escolar. Ya no está encerrada en tu necesidad de ser necesitado.
Cuando dices: «Yo creé esto; no sé por qué o cuándo se me ocurrió, pero lo hice. Si yo no lo hubiera pensado, nunca habría ocurrido», ya no tienes la salida de continuamente echarles la culpa a otros en tu vida. De repente la cuerda se rompe, se rompen las cadenas y el Yo empieza a definirse."

1 De vez en cuando Ramtha acuña palabras para aclarar un punto o para enfatizar sus enseñanzas.

Extracto del capítulo 1 del libro El Plano Subime -  Ramtha

miércoles, 7 de diciembre de 2011

el épico viaje del hombre


"Pero algo que estoy descubriendo es que
 no existe tal cosa como un accidente".

El truco de la luz
LA OPCION
"Su anuncio en las Páginas Amarillas dice
que Usted puede encontrar a cualquiera".
Ella hizo una pausa, fumó otra vez,
exhaló y dijo lentamente:
 "Quiero que encuentre a Dios".

El truco de la luz
                                                                                                        
EL ÉPICO VIAJE DEL HOMBRE
De modo que queréis dinero.
Una vez le pregunté a un grupo de gente reunida en un salón qué querían. Y todos dijeron: "Ser Dios y ser ricos".
Entonces vamos al grano. Queréis dinero; yo lo llamo oro, pero debemos aclarar este punto ahora mismo. Vuestro gobierno ya no llama oro al dinero, no desde que la Decimosexta Enmienda a vuestra Constitución permitió la implementación de los impuestos y los banqueros internacionales dieron vida a la Reserva Federal.

Apuesto a que pensáis que porque dice
"Federal" es propiedad de vuestro gobierno.

Bueno, no lo es. La Reserva Federal es propiedad de un grupo de personas que, durante miles de años, han creado la guerra para obtener poder por medio de dogmas religiosos. Son los mismos que ya no usan el oro para patrocinar vuestros dólares, porque vuestro país no posee oro suficiente para respaldar el papel. Y son estos individuos soberanos los que controlan vuestros gobiernos en todo el mundo. Ellos deciden cuántoo vale vuestro papel. No sois vosotros los que producís la inflación o la deflación; vosotros no hacéis que las acciones suban o bajen. Eso lo hacen los que controlan el mundo por medio del dinero.

De modo que yo prefiero el oro por encima de todos vuestros
dólares, porque, en un abrir y cerrar de ojos, vuestro papel puede ser inservible. Y el oro, que es un metal tierno, brillante y maravilloso, cuya belleza y rareza han adornado a reyes, nobles, a los ricos y, a veces aun a los pobres, siempre ha conservado su valor.
El oro es un metal sensible; se regala por amor y afecto porque es suave. El metal suave absorbe las frecuencias emocionales que están por fuera del cuerpo físico. Vuestro oro ha conservado su valor emocional por siempre. Poneos el pectoral de un rey y en contados momentos sentiréis la gloria, porque su emoción, su gloria, su actitud de superioridad al usarlo, están todas encerradas en el metal.

Si veis la máscara de un desaparecido faraón, mirad profundamente a los ojos negros y apagados y a la nariz finamente marcada y veréis la tragedia, conoceréis la majestuosidad, porque la cara grabada en oro emana la totalidad del ser que la llevaba puesta.

Entonces, ¿el oro ha conservado su valor por tanto tiempo sólo porque es brillante, amarillo y bello? No. El oro es un metal imparcial; no establece el odio, ni el anhelo de poder, ni el amor, ni la pasión, ni la traición. El simplemente almacena la emoción. En otras palabras, el oro es el alma de todos los otros metales.
Más bien que dar credibilidad a esta engañosa ilusión de vuestro papel moneda, me referiré a vuestra búsqueda de la independencia financiera desde el punto de vista del oro. Porque cuando tenéis oro en vuestras manos, os volvéis inmortales con esa energía.

A propósito, el oro más grandioso que podáis obtener ha sido derretido y bloqueado, y nadie lo posee. Es así como se le puede transmitir poder y reacción emocional al metal.

Pero regresemos a vuestro gobierno un instante, pues en lo que respecta a estos asuntos, os halláis en una posición muy precaria.
Habéis estado en una ignorancia flagrante en cuanto al origen de vuestro dinero.

¿Se os ha ocurrido alguna vez que vuestro dólar
 podría perder su valor, sin importar cuánto
tengáis en la caja fuerte?
¿Se os viene a la mente que hay gente
 en altas posiciones que controla
 el poder del mundo?

Sois falibles porque habéis estado en necesidad e ignorancia. Podéis acumular enormes cantidades de papel en un banco, pero si el papel carece de valor, ¿qué vais a comer? ¿El papel?

Le habéis cerrado las puertas a vuestro entendimiento respecto de otras posibilidades. Si dinero es todo lo que queréis, entonces vais a morir infelices; os lo aseguro. Porque el dinero no valdrá nada cuando el espíritu llame al alma para que salga del cuerpo y paséis de este tiempo Y espacio, de este mundo controlado por ecuaciones matemáticas. ¡El oro no servirá de nada!

Pero ahí es donde ha estado vuestro corazón; sois muy santos hasta cuando el dinero entra en
juego. Los picaros que os han gobernado como una nación y que os han esclavizado por medio de creencias han dicho que nacéis en pecado desde la cuna. Bueno, no es así. Solamente necesitáis. Nacéis divinos. El legado más grande que yo os dejaré para toda la eternidad no ha cambiado. Ya sea que coloque las consonantes en el lugar correcto o no, o si coloco los verbos al principio de la frase y los sustantivos al final, el mensaje está claro.
Vosotros y el Padre sois uno. Y la vida que lleváis, que respiráis, que impregnáis con vuestra existencia, es SU amor llamado gracia. El reino de los cielos está dentro de vosotros. No está en vuestros castillos, ni en vuestro dinero, ni en vuestra ignorancia. Está dentro de vosotros.
Y me decís: "Eso no es nada nuevo".

Claro, no es nuevo para vosotros. Pero sólo unos cuantos preciosos entre vosotros lo han vivido. Escuchad: Es nuevo cuando lo aceptéis internamente y vuestra voluble mente se abra y permita que el poder interno actúe. Ese es mi gran legado que va más allá de vuestras cuentas bancarias y va más allá de todo lo que deseéis tener en los bancos. Cuando busquéis aceptar el reino interior impecablemente y por encima de todo lo demás, y cuando viváis esa verdad en medio del fuego, entonces todo lo demás estará a la vista.

Aquí es cuando decís: "Pero todavía necesito ayuda; no creo que Pueda hacerlo solo".
Sé que muchos sois tullidos, siempre lo habéis sido. Sois los que no tienen Dios que habéis estado muertos porque nunca habéis vivido.

Sois
los que no tienen Dios porque nunca habéis conocido al Dios interior, y nunca habéis vivido pues realmente no vivís si no conocéis al Dios interior.

Para sobrevivir simplemente habéis estado revolcándoos dentro de vuestra ignorancia. Habéis estado tratando de sacar la cabeza por encima del temor, las amenazas y la intimidación. Habéis estado bregando a salir de vuestros aprietos a como dé lugar, pero de ese modo nunca podréis salir de ellos, porque verdaderamente nunca habéis vivido. Cuando estáis sin Dios, vuestros únicos medios de supervivencia son el arañazo, la mordida, la camorra, el picotazo, el desprecio, la envidia y la destrucción maliciosa de todo lo que refleja vuestra carencia.

El hombre rico vive en una torre con paredes forradas en oro, tapetes persas y cubiertos de oro. Sus cuartos huelen a lavanda, agua de rosa. De su fuente fluyen fragancia y jazmín, mientras cena con faisán, pescado, higos, frutas y toda clase de cosas maravillosas. Pero se sienta allá y todavía no es feliz.

Y luego tenemos al hombre que no posee ninguna de estas cosas. Pan rancio, agua y confituras son un manjar para él en ocasiones especiales. Sobre su espalda lleva ropa áspera y a duras penas tiene una cama para dormir, pero, no obstante, allí hay gozo. Y cuando pasa por el palacio, no desprecia ni envidia al rico, sino que lo ama como a un semejante. Y sus días no son una horrible experiencia de supervivencia, sino más bien una oportunidad para ser un rayo de luz, para aceptar, ejecutar, amar, ser libre y estar vivo.

Yo puedo cambiar los papeles y hacer que el hombre pobre sea envidioso, despreciable, un chismoso malicioso. Puedo hacer que el hombre rico despierte en alegría, pero sería en virtud de la emoción que está vivo. Estar con vida y encontrar gozo no son el resultado de lo que uno posee en el sentido material.
El legado que yo os he enseñado durante los últimos diez años no ha cambiado, porque representa el cenit de una vida que pasa de un réquiem de sueño hacia un gran entendimiento.

Cuando sois dueños de lo que
está dentro de vosotros,
 lo que está afuera ya no importa.

Cuando analizo lo que perseguís, el logro de una independencia financiera, veo que sois valientes, intrépidos y admirables. ¿Por qué digo eso? Porque los demás os han censurado por desear el oro y de algún modo han intentado acomodar esa censura dentro de lo que ellos llaman el plan de Dios.
Esta controversia acerca del oro y Dios es la misma ignorancia que no os ha permitido aceptar vuestra herencia. ¿Está Dios libre de la maldad del hombre y del peligro que representa el dinero?
Todo es Dios. ¿Cómo podéis decir que el oro no existe? ¿Cómo podéis decir que no es un sinónimo de la vida? El oro es únicamente el conducto de la emoción. Y es el intercambio de esa energía emocional la inversión que os permite seguir adelante.
¡Despertad! Los que manejan el mundo, lo manejan por medio del dinero, porque éste es poder. Un hombre acaudalado es poderoso, y desea riqueza porque le proporciona poder. Poder es lo que él busca y la religión ha sido el peón en el tablero. Y las iglesias son parte de las entidades más ricas del mundo.
Todas las guerras se han peleado por una creencia religiosa. ¿Cuál Dios va a ganar?
Las gentes a las que llamáis irlandeses se llamaban antiguos escandinavos en mis días. Eso fue cuando el sol penetró y llegaron las heladas. Los irlandeses masacran seres humanos y lo justifican con el pretexto de que es una guerra santa. Pero es el poder que camina detrás de la creencia religiosa lo que ha consumado el montaje con el fin de deteriorar el sistema y así ganar control.

Si comprendéis el lado oscuro del oro, entonces podéis entender la luz que saca a relucir las sombras. El oro, el poder y la religión han constituido una inicua combinación a través de vuestra historia, porque toda creencia religiosa está manchada con la sangre de los que conquistaron para establecerse.
Todo el oro que han obtenido yace en bóvedas, pero Dios, que es la vida, la inteligencia, el por siempre jamás, es la vida que ha dado origen al oro; es el pensamiento coagulado de Dios. Así como lo son vuestros dólares; así como lo sois vosotros. No hay diferencia.
La ignorancia ha mantenido oprimido al hombre en un abyecto estado de dependencia y necesidad. Y en algún lugar allá adentro habéis marcado una división entre Dios que es espiritual y el oro que es dinero. Algunos de vosotros pensáis que de hecho hay alguna línea divisoria entre el  oro y Dios. Y si estáis dentro de los que piensan así, sois, no solamente hipócritas, sino que os estáis autodestruyendo, porque los poderosos están acumulando el oro en nombre de Dios.

Y el político hipócrita que dice que el hombre es malo si busca la riqueza, pero es divino si busca a Dios, está codiciando el oro que le dé el poder para reinar sobre los ignorantes.

Nada de eso es malo; es simple y llanamente la manera como lo
habéis prescrito.
Pero el que condena el oro, condena a Dios. Porque, ¿de dónde viene el oro? ¿De qué está hecho? ¿Qué le da la vida? No es ni siquiera el oro en sí mismo, sino la actitud que se asume ante él lo que lo ha hecho tan valioso. El oro no es malo. Todo lo que tenéis que hacer es mirar a vuestro alrededor y daros cuenta de que todo vino de Dios, y el único que controla esa realidad es el Padre que está dentro de vosotros.

Si toda vida es Dios,
Entonces vuestro oro también lo es.

¿Y qué tiene eso de malo? Vosotros lo habéis convertido en malo por medio del pensamiento limitado y la actitud que hay detrás de ese pensamiento. Y de eso trata este libro. Ya habéis oído: "Vosotros sois Dios" y "El Padre está adentro". Pero hasta ahora no os ha servido para nada, porque todavía tenéis la mano extendida para pedir, desear, necesitar. Sois infelices porque no tenéis suficiente.
¿Cuándo tenéis suficiente para estar llenos adentro? Nunca. Hay que admiraros por abordar este tema y continuar leyendo; dice mucho sobre vuestro coraje, vuestro interés en vosotros mismos y vuestras necesidades. Y si no comprendéis el legado más grande de todos y solamente queréis, no tiene nada de malo.
Tarde o temprano abrazaréis la necesidad más grande: conocer a Dios. La necesidad más grande es abrazar a Dios, vivirlo hasta que veáis que la necesidad es una limitación y que la libertad para existir en armonía con toda la vida procede de adentro.
Un maestro no deja huellas en los últimos días antes de llegar a ser Cristo. Pero por ahora, con todo el oro que llevéis puesto alrededor del cuello o el que llevéis en vuestros bolsos o billeteros, vuestras huellas están muy marcadas.                                                               *
Es importante que razonéis sobre lo que VIAJE estoy diciendo, porque todo ello, si lo razonáis, hará realidad el sueño que tenéis, porque el conocimiento, no los rituales, es iluminación, lo cual significa estar en conocimiento de.
¿Cómo reconocéis la verdad?
Cuando sacude vuestras cajas.

Cuando en un momento me despreciáis por algo que dije, pero que era dolorosamente cierto, y me amáis en el siguiente momento porque leísteis algo que os exaltó y que queríais que fuera cierto.

Así es como sabéis la verdad.
Reaccionáis ante ella.

Durante muchos años algunos de vosotros habéis oído que Dios el Padre y el Reino están dentro de vosotros, pero todavía no lo entendéis. Eso no tiene nada de malo; tarde o temprano lo asimilaréis.
Os daré una verdad muy simple y profunda.
Un sueño no hecho realidad es una limitación para llegar a ser Cristo.
Miraos a vosotros mismos: Tenéis todas esas ilusiones, sueños de lo que queréis hacer y tener. Tenéis que sentiros importantes, queréis seguridad, queréis sentiros a las mil maravillas. Vuestra lista de deseos va desde una cirugía plástica hasta poseer abundante tierra y la casa de vuestros sueños. Deseáis comida para cuatro años y la educación de los hijos pagada. Queréis almacenar todo cuanto hay, para así poder sentaros relajados a comer bizcochos con mermelada, limpiaros los dientes, mirar la puesta del sol y decir: "Aleluya".

Todas esas cosas conforman las capas del núcleo del sueño; y pensáis que el dinero está en el núcleo de vuestras necesidades. Eso es lo
que tenéis en común con todas las otras personas que leen este libro; eso es vuestra conciencia colectiva. Pensáis que el dinero es la respuesta a todas vuestras oraciones. Algunos de vosotros hasta compraríais el amor para uno o dos días con dinero.

En vuestra conciencia el sueño de no tener dinero es una limitación.

Es pensamiento limitado. Mientras ese pensamiento permanezca dentro de vosotros, nunca llegaréis a ser Cristo. Y llegar a ser Cristo es el épico destino del hombre.

"Es como si el mundo y todas
sus posibilidades estuvieran esperándonos para..."
"¿Sí?"
"Crearlas, darles vida".
"¿ Qué nos impele a crear ciertas realidades
y a descartar otras?" preguntó Valeriee.
Pensé la respuesta antes de contestar.
"No estoy seguro, pero creo que
tiene algo que ver con lo que la persona cree
que es cierto... real".
"Creo que una persona ve o 'crea'
lo que cree, o sea lo que realmente cree,
no simplemente lo que desea que sea cierto.
Muchas personas desean ser ricas.
Pero los que verdaderamente
 creen que merecen ser ricos, lo son".

El truco de la luz

Extracto del libro: Independencia Financiera